Al
transitar por los senderos limítrofes de la escuela, nos podemos encontrar con
un ambiente cálido constituido por una serie de instrumentos legales que
declaran el derecho a la Educación para todas las personas. La Organización de
las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) como
ente que busca el bienestar de la humanidad a nivel mundial, ha logrado resaltar
este derecho en una serie de documentos vinculantes para los Estados integrantes
de esta organización, entre los más importantes podemos destacar:
1. Convención
Relativa a la Lucha contra las Discriminaciones en la Esfera de la Enseñanza
(UNESCO, 1960), con la cual se busca aminorar la discriminación de determinado
grupo de personas al sistema educativo, para lograr la erradicación de todo
tipo de exclusión.
2. Convención
Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial
(UNESCO, 1965), donde se expresa el compromiso de los Estados por suprimir toda
forma de segregación de las personas, los artículos 5 y 7 específicamente
hablan de la garantía de la educación y la toma de medidas para combatir
cualquier forma de discriminación.
3.
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (UNESCO,
1966), documento mediante el cual se reconoce en sus artículos 13 y 14 el
derecho a una educación obligatoria y gratuita para todos, sin distinciones.
4. Convención
sobre los Derechos del Niño (UNESCO, 1989), por medio del cual se ratifica en los
artículos 29 y 30 el derecho a la educación de los infantes, sin ningún tipo de
discriminación y el compromiso del Estado para satisfacer las necesidades de
los mismos y garantizar la igualdad de condiciones para el acceso a la
educación.
Para el
logro de estas metas, la UNESCO se ha incorporado a Planes y Programas
importantes tales como: (a) el Marco de Acción de Dakar (Foro Mundial sobre la
Educación, 2000) y (b) los Objetivos de Desarrollo de la Organización de las
Naciones Unidas para el Nuevo Milenio (Cumbre del Milenio de las Naciones
Unidas, 2000).
Venezuela,
no es ajena a estos llamamientos que intentan asegurar una educación a sus
ciudadanos, razón por la cual en nuestro país se cuenta con un respaldo legal
que busca garantizarle este derecho a la población, así como lo establece el
artículo 103 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999)
Toda persona tiene derecho a una educación integral de
calidad, permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades, sin más limitaciones
que las derivadas de sus aptitudes, vocación y aspiraciones. La educación es
obligatoria en todos sus niveles, desde el maternal hasta el nivel medio
diversificado. La impartida en instituciones del Estado es gratuita hasta el
pregrado universitario... (p. 26)
De igual
manera, la Ley Orgánica de Educación (2009), en su artículo 14 concibe a la
Educación como
... un derecho humano y un deber social fundamental
concebida como un proceso de formación integral, gratuita, laica, inclusiva y
de calidad, permanente, continua e interactiva, promueve la construcción social
del conocimiento, la valoración ética y social de trabajo, y la integralidad y
preeminencia de los derechos humanos ... (p.3)
Los
mencionados documentos legales, tanto internacionales, como nacionales, nos
hace confirmar la existencia de un discurso político orientado a promover un
ambiente cálido que busca garantizar una permanencia armoniosa del escolar
dentro de las instituciones educativas, puesto que se resalta el derecho de
toda persona a recibir educación indistintamente de su etnia, sexo, religión o
condición (entre cualquier cantidad de diferencias establecidas por el entorno
sociocultural); así como también la búsqueda incesante de la eliminación de
toda demostración de exclusión en los ámbitos académicos.
Sin
embargo, al cruzar la línea superficial entre la fachada de nuestra escuela y
penetrar en la realidad de sus espacios, vivir el día a día dentro de sus
instalaciones; nos encontramos con que todos estos instrumentos legales, están
cargados de un discurso políticamente
correcto, entendiendo al mismo como un lenguaje que busca resaltar una
visión antidiscriminatoria, aunque en la práctica no se refleje la misma
actitud (Revista Idioma y comunicación, 2002).
Esto
permite afirmar que, muy a pesar de la alta carga jurídica favorecedora de la
inclusión de las personas dentro del sistema educativo, donde se busca eliminar
cualquier acto de segregación por condiciones consideradas socialmente
deficitarias o inadecuadas, la costumbre arraigada en lo interno de esta
estructura, constantemente suprime el derecho al acceso a la educación de todos
los ciudadanos a partir de los mecanismos de ordenación bipolar de
normalidad/anormalidad, siendo los primeros nosotros y los segundos ellos.
Al respecto
Skliar (2007) reflexiona de la siguiente manera
Pensemos, por ejemplo, en la siguiente cuestión: existe hoy
en la educación una fuerte retórica que insiste en afirmar que ‘hay que hacer
de la escuela una escuela para todos’; la diseminación de esa retórica, que se
instala siempre junto con la argumentación de la ‘diversidad’, la ‘tolerancia’,
el ‘respeto hacia el otro’, ocupa en la actualidad buena parte de los programas
de formación, de los textos especializados y de las prácticas escolares cotidianas.
La cuestión aquí no es poner bajo sospecha la idea misma de una educación que
se plantee, en el interior de sus instituciones, la universalización del acceso
y permanencia de sus individuos, sino la de pensar, justamente, en un cierto
tipo de artilugio que allí se presenta: se hace mención a una escuela para
todos (sugiriendo así que debe esfumarse, entonces toda frontera entre
‘nosotros’ y ‘otros’, toda separación entre ‘nosotros’ y ellos’), pero, a la
vez, aquello que completa esa ‘totalidad’, aquello que falta en esa totalidad, son
siempre los otros (reinstalando, así, la frontera entre ‘nosotros’ y ‘otros’,
entre ‘nosotros’ y ellos’). (p.19)
Esta
interesante cavilación, nos permite vislumbrar como la constante necesidad de
clasificación social, establece obstáculos a determinadas personas para
ingresar al sistema educativo, creándose así una línea fronteriza entre
aquellos a quienes se les permite la incorporación al escenario académico y
aquellos que no, así como lo reafirma el Skliar (s/f) “Se establece un proceso
de "diferencialismo" que consiste en separar, en distinguir de la
diferencia algunas marcas "diferentes" y de hacerlo siempre a partir
de una connotación peyorativa.” (p. 5), de allí que se considere que la escuela
ha sido históricamente vista como un territorio donde para poderlo transitar se
exige del individuo una nacionalidad específica, es decir, de unas
características particulares nacientes de las condiciones homogeneizantes
estipuladas por una identidad escolar.
Sobre el
último aspecto, Beltrán (2003) explica que el modelo de la homogeneización:
Parte del presupuesto de que las normas y los valores de la
cultura dominante serán adoptados, de manera voluntaria o forzada, por las
personas que no pertenecen a esta, de modo que perderán sus rasgos culturales
propios y se transformarán en individuos indiferenciados con respecto a la
cultura y la sociedad que los rodea (p. 38)
La
implementación del mencionado modelo ha generado la suposición lógica de una
necesidad por establecer normas y criterios para absorber a los involucrados en
un sistema de creencias sobre la uniformidad humana, sobre el cual se empiezan
a consolidar los atributos constitutivos para la adquisición de la nacionalidad
exigida por el territorio de naturaleza académica; es así como
quienes no respondan a tales parámetros preconcebidos, son catalogados como
diferentes, extranjeros de esta región y por consiguiente deportados del mismo.
Es dentro
de este marco de ideas, que urgen la conformación de espacios de reflexión para
conmover los argumentos hasta ahora válidos en el campo de la escuela
tradicional y homogeneizante, con el fin de generar propuestas educativas más
humanas y reconocedoras y respetuosas de la humanidad y sus diferencias.
Dra. Lidmi
Fuguet
Profesora
en Educación Especial – Dificultades de Aprendizaje
Magister en
Lectura y Escritura
Doctora en
Educación
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