lunes, 10 de octubre de 2016

Más allá de la moraleja - Profa. Angélica Taboada



     La moraleja es una lección o enseñanza que se extrae de un cuento, fábula o historia, una enseñanza que aporta conocimientos morales a los seres humanos, más específicamente a los niños y jóvenes.
Desde los inicios de la literatura para niños y jóvenes ha estado presente la moralidad y la idea de dejar un aprendizaje con cada uno de los textos leídos, los cuentos clásicos son un gran ejemplo de ello, como es el caso de Caperucita Roja escrita por Charles Perrault en 1967, con su lectura se evidencia que le da una advertencia a las niñas de la época señalando que los hombres son como lobos que sólo quieren “comérselas” y que deben cuidarse de ellos, evitar que se metan en su cama y ase aprovechen de ellas. A través de los años esta historia ha sufrido muchas adaptaciones pero siempre con la intención de dejar una enseñanza.
Así como Caperucita Roja, hay muchos autores identificados con la literatura moralizante, actualmente esa idea se ha dejado un poco de lado, pero de igual forma varios adultos (padres y docentes) generalmente buscan textos en los que los niños aprendan lecciones de vida. En la escuela especialmente, la lectura literaria en ocasiones se encuentra ausente y cuando aparece es con propósitos específicos como la extracción de la enseñanza o fines netamente didácticos (prácticas de lectura en voz alta, comprensión de la lectura, reproducción escrita, entre otros)
¿Qué debemos buscar entonces en la literatura? Leer va más allá de decodificar letras, de responder preguntas de comprensión o comprobación y por supuesto de descifrar moralejas. Leer es vivir una experiencia que nos lleve a viajar por el mundo, conocer historias increíbles, recrearnos y disfrutar cada una de ellas; con cada palabra leída deben aflorar sentimientos y emociones, es decir, se debe crear una conexión entre el lector, el texto y también con el autor, esa persona detrás de las líneas que amamos u odiamos dependiendo de lo que nos diga, todo esto lo podemos lograr considerando las siguientes sugerencias:
-   Leamos con los niños textos que escojan ellos mismos y no impuestos por los adultos.
-   Evitemos interrogar a los niños, antes, durante o después de la lectura para saber si están comprendiendo, probablemente ellos mismos quienes hagan las preguntas. Se puede interactuar con ellos con la finalidad de estimularlos a seguir leyendo.
-   Existen textos que contienen moralejas al final y sabemos que las fábulas son un tipo de texto que se caracteriza justamente por eso, con el resto de las historias no es necesario solicitar la extracción de la misma.
-   Si deseamos realizar actividades luego de la lectura, debemos procurar que sean de disfrute, de esta forma los niños siempre querrán que se les lea en otras oportunidades y en su momento ellos buscarán leer por su cuenta.
Para leer no hay recetas, podemos encontrar  y ofrecer muchos consejos, como en este caso, pero quien realmente dicta la pauta es el lector, es decir, los niños. Deben ser ellos los que decidan tanto lo que se va a leer como lo que se hará al finalizar, si podemos tener una planificación previa que nos sirva de guía, pero debemos recordar que toda planificación es flexible y que se puede redireccionar en función de los intereses de nuestros pequeños.
Lo importante es que reconozcamos que los libros nos abren puertas para el disfrute, la distracción, las experiencias, las emociones y un sin fin de vivencias, y que nuestros niños deben sentirlo de esa misma forma como bien lo dice Michèle Petit “Nunca es cuestión de encerrar a un  lector en un casillero, sino más bien de lanzarle pasarelas, o mejor aún de darle ocasión de fabricar sus propias pasarelas, sus propias metáforas.”

Profa. Ang;elica Taboada
Profesora en Educación Especial - Dificultades de Aprendizaje
Magister en Lectura y Escritura
Profesora Universitaria
Promotora de Lectura
Colaboradora de Peque˜ñas Estrellitas @PeqEstrellitas